¿Quiénes son el público objetivo?
- Adriana Sánchez
- 25 jul 2019
- 4 Min. de lectura
Muchas veces cuando nos gusta escribir simplemente lo hacemos con pasión, sin pensar mucho en cuál es nuestro público. Un escritor necesariamente escribe para un lector: para otro. Ese otro que puede leer e interpretar de diversas maneras el escrito que tiene ante sus manos, que puede haber llegado hasta él voluntariamente o por pura casualidad. Y, aquí se plantea el dilema de quiénes son el público objetivo y si es importante tenerlo presente siempre. Aclaro con el siempre porque puede ocurrir que en el afán de buscar lectores, nuestra obra caiga en las manos equivocadas.
¿Cómo puede caer un libro en las manos equivocadas?, fácilmente, por confusión. Procedo a aclarar este punto antes de continuar con la delimitación del público y del público objetivo. Tuve la gran alegría de contar con muchas personas en la presentación de mi primer libro, y con el apoyo de otras tantas a través de las redes sociales, conocidas y desconocidas… y esto derivó en un gran número de posibles lectores, que estaban entusiasmados antes del lanzamiento del mismo. Entre estos lectores había personas de diversas edades, filosofías e ideas. Muchas, como explicaba, me daban su apoyo a través de la red sin conocer el contenido del libro, simplemente por ser un libro que pudo pasar de su etapa de Word a una publicación, lo cual en mi provincia es una gran proeza. Aquí está el dilema: ¿iba mi libro dirigido a todas estas personas?, pues no.
Se dieron tres situaciones que me gustaría comentarles. Primera: mi primer libro se llama Aquella noche en Usno, se trata de una novela de tinte romántico que transcurre en la ciudad de Usno. Resulta que Usno es un pueblo de mi provincia, de donde tomé el nombre y algunas características para dotar a mi ficción de realismo, pero que difiere bastante de mi descripción. En fin, un día me llamaron de una radio de este departamento para entrevistarme por el futuro lanzamiento de la publicación que inmortaliza el nombre del lugar en su portada. La entrevista es escuchada por el director de cultura de aquella comuna, que de inmediato llama a la radio para ofrecer hacer la presentación en este lugar. Una mezcla de circo, exageración y exaltación de tan solo un libro que menciona a Usno. Cabe aclarar, que por esta nota radial, tomé conocimiento de que era la primera y única publicación que llevaba el nombre de Usno por eso había generado tal revuelto. El revuelto fue más aún cuando la presentación sería en una actividad programada con escuelas primarias del lugar… digo revuelta porque de ninguna manera aceptaría esto, gracias a Dios, luego de enviar un ejemplar de la novela, la idea se disipó. Porqué digo esto: mi novela contiene lenguaje adulto y una temática netamente para mayores de edad. ¿Se imaginan si hubiera sido presentada ante infantes?

Segundo: inauguraban una biblioteca nueva y me pedían algún ejemplar para contribuir a contar con más ejemplares en la misma. Gustosa estaba de ello, hasta que me comunicaron que se trataba de una biblioteca escolar. Mismo problema que el anterior. Y tercero… el día de la presentación oficial del libro, había pequeñas de 12 años que querían que sus padres les compraran el libro. Menos mal que antes de hacerlo, y luego de escuchar de qué se trataba y cómo era el lenguaje empleado, el padre me consultó si lo podía leer la nena. Mi respuesta fue no, por ahora. Qué lo lea cuando sea grande, le dije. Perdí una venta, pero gané una persona que no tendrá ganas de matarme luego por ofrecerle una publicación que no era apta para la edad del lector.
Se habrán dado cuenta en estos momentos que estos posibles lectores, por una cuestión de edad, no formaban parte del público objetivo. Ahora dirán una novela con lenguaje adulto obviamente tiene un público definido de esa edad, pero hay publicaciones que pueden leer todos. Y yo digo que no. Leer puede leer cualquier persona que sepa leer puede hacerlo, sea una publicación para su edad o no, sea dirigida a ella o no.
Procedo a explicarles, vuelvo a poner el ejemplo de mi novela. Por la forma en que está plasmada la historia, porque está en primera persona y es una mujer la que relata lo que le pasa, principalmente se trata de una obra cuyo público objetivo es la mujer. Los primeros lectores de mi obra fueron hombres, e incluso el presentador de la misma fue un hombre. ¿Estaba mal?, pues no.
Primeramente, la novela era para mayores de edad; segundo para mujeres (de hecho el presentador hizo alusión a que seguramente muchas mujeres se identificarían con la protagonista y sus aventuras, mucho más que un hombre, no porque no la disfrute un lector hombre, sino porque no podrá ponerse en la piel de la mujer totalmente porque no es una mujer), y si queremos seguir diría que tercero era para mujeres entre 25 y 45 años. Es decir, es una obra apta para leer (entiéndase por apta como que tiene recursos literarios y lenguaje adecuado) por personas mayores de 18 años, pero que se escribió pensando en mujeres entre 25 y 45 años. Ese es el público objetivo al que apunta, y en el cual debería crear identificación e incluso entropía y recomendación. Es lo mismo que ocurre cuando estamos sentados frente a la televisión y pasa una publicidad sobre pañales, por ejemplo, la vemos todos pero solo tendrá efecto en aquellos que tienen bebés.
¿Qué quiero decir con todo esto?, simplemente que como escritores lo primero que tenemos que definir es nuestro público objetivo. Nosotros escribimos para ellos, que lo lean personas que se ubican dentro del rango mayor de ese público es muy bueno, pero tenemos que tener en claro a quienes va principalmente dirigido. “Yo escribo para todo el mundo”… jamás es posible eso. Supongamos que tenemos una novela, con un lenguaje simple y potencialmente para todas las edades, seguro que la temática nos indicará el público objetivo real. Porque una mujer adulta quizás no se interese en una novela sobre ovnis tanto como quizás un adolescente, o un hombre quizás no se interese en una épica novela de amor de siglo XVIII. No es una regla general, pero siempre escribimos para alguien y es necesario que ese alguien esté presente desde el primer momento que empezamos a escribir, para no terminar escribiéndole a otro que no sea ese alguien.
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