Se trata de una novela corta publicada en 1961. Es muy fácil de leer, de entender y al ser corta se lee muy rápido. En mi caso me quedé con ganas de un par de páginas más, algo así como que cuando uno empieza a adentrarse en la historia y en los sentimientos del protagonista, termina. Igual es algo que me gustó porque me sorprendió el final al terminar con un insulto rompiendo con la figura de hombre correcto que tiene el coronel.
La historia transcurre en un pueblo de Colombia cuyo nombre no aparece, en un contexto de post guerra civil, represión y censura. El tema central es la esperanza a pesar de la soledad y el abandono del gobierno ante un coronel que espera una respuesta por sus servicios a la patria. Una patria que permanece muda. Se observa una crítica al sistema burocrático y a la censura ya que la gente no se puede informar libremente. Está “prohibido hablar de política”, se distribuyen boletines ilegales y la propagación de información clandestina es, posiblemente, la causa de muerte del hijo del coronel.
Se habla de un asesinato en una pelea de gallos que era la única actividad en la que el pueblo se liberaba de la opresión. Y allí aparece el símbolo del gallo como esperanza. El coronel cuida y alimenta al gallo que era de su hijo con la esperanza de ganar dinero con él en alguna pelea. A tal punto de alimentar primero al animal que a él y su enferma esposa.
Aquí se observa que esta esperanza es más importante que la pobreza misma. Una pobreza que es tal debido también al honor y la dignidad del coronel que le impide pedir dinero o ayuda. A tal punto de cocinar piedras solo para que los vecinos vean que comen todos los días.
Principalmente lo que más me gustó de la novela fue la descripción de la cruda realidad a la que se puede llegar por honor, y por esperar donde parece que no hay respuesta: el gobierno.
De hecho, el título El coronel no tiene quien le escriba ya nos anticipa que la tan ansiada carta que espera y cambiará su realidad, nunca llegará.
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